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"Yihad Cibernética” en Irán

Está de moda y ha sido definida como la CNN de los pueblos oprimidos, pero Twitter, como Facebook, es sólo una de las redes sociales que burlan la censura y están cambiando la forma de hacer política.

Son ya pocos los que niegan que el fenómeno político global más significativo de los últimos diez años es la emergencia de redes sociales articuladas en Internet. Desde la caída del dictador Estrada, en Filipinas, a las recientes revueltas post-electorales en Irán, pasando por la profunda transformación de las campañas electorales en EE UU –desde las primarias de Howard Dean, en 2004, a la victoria de Barack Obama, en 2008–, estos medios, la llamada web 2.0, aparecen de forma creciente como un elemento innovador, muchas veces decisivo, en la conformación de nuevos equilibrios de poder.

El fenómeno viene espoleado por el creciente uso de Internet y las redes de telefonía móvil. A fin de cuentas, la forma de los movimientos políticos determinantes en cada época guarda una correlación innegable con la estructura de distribución de la información. Los clubes de la Revolución Francesa, nacidos en el mundo de los sistemas de correos centralizados, tomaron –como los primeros periódicos– una forma y un discurso centralistas que luego conformaron el Estado. La gran revolución del telégrafo –que supuso el paso a un mundo de comunicación descentralizada– trajo no sólo el sistema mediático clásico, preparando el terreno al sufragio universal, sino que dio forma y esqueleto a los partidos de masas y a la ordenación territorial estatal que hoy conocemos. Y era lógico que Internet, la primera gran estructura de comunicación distribuida, tuviera un impacto igualmente transformador en las formas y movimientos políticos de nuestra época.

En este escenario, ¿cómo se plantea el uso del Internet como arma politica en Irán?

Siguiendo el ejemplo de los soviéticos, el régimen está construyendo un nuevo telón de acero, en la Red.

La teocracia de los mulás opera como los censores de los últimos días de la URSS. Pero los censores soviéticos, al menos hasta muy al final, podían emplear la fuerza bruta para impedir que se difundieran las informaciones, por lo que los periodistas extranjeros no sabían lo que sucedía tras el Telón de Acero. Era fácil: no había Internet. Los cazaperiodistas del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, deben enfrentarse a un mundo en el que la información se extiende libremente, las antenas parabólicas están en todas partes y más de 22 millones de sus ciudadanos utilizan la Red. En esa situación, el polémico Gobierno ha hecho todo lo posible durante el último año para interrumpir la circulación de noticias y hacer que, cuando acaban filtrándose algunas de ellas, sea imposible verificarlas. Ha conseguido erigir, si no un muro sólido y a prueba de fugas como el de sus antecesores soviéticos, sí al menos una cortina de humo confusa y cambiante.

Teherán emplea un ejército enorme y a veces invisible de subordinados a sueldo y guerreros ideológicos para ayudar a situar todas las cuestiones en el ámbito público e incluso fabricar datos convenientes que encajen con sus afirmaciones. Uno de los principales elementos de esta estrategia es una iniciativa masiva, de la que se sabe poco, que el Ejecutivo -cada vez más obsesionado con combatir lo que el órgano político del Cuerpo de Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), Sobhe Sadeq, denomina el “poder blando” de Estados Unidos- llama “yihad cibernética”. Al parecer, el Gobierno iraní ha destinado a 10.000 miembros basij, su milicia de matones, al servicio de esta lucha. Compañías occidentales como Nokia Siemens han vendido al país persa las tecnologías y el conocimiento necesarios para censurar y controlar Internet. Los aliados del régimen han conseguido piratear páginas relacionadas con la oposición, entre ellas la del líder de ésta, Mir Hossein Mousaví, Kaleme, otra vinculada al clérigo reformista Mehdi Karroubi y docenas pertenecientes a importantes disidentes en el exilio.

El Gobierno iraní entrena a sus ciberyihadistas para todo, desde cómo influir en los chats hasta ser expertos en la “semiótica del ciberespacio”. La página de la Guardia Revolucionaria Gerdab.ir muestra fotos de manifestantes, con el fin de realizar una labor de vigilancia de multitudes.

Desde septiembre, el CGRI es dueño del gigante de las telecomunicaciones que controla todo el acceso a Internet, los teléfonos móviles y las redes sociales en el país. Pero la historia de la ciberyihad iraní ha pasado casi inadvertida en los medios de comunicación occidentales, a pesar de su enorme dimensión y su relativa eficacia.
"Yihad Cibernética" en Irán, fortalece la imagen del Estado Persa

Los periodistas estadounidenses tampoco han sabido ver otras noticias más rutinarias que muestran diversas realidades de la sociedad iraní. Por supuesto, siempre es arriesgado reflejar informaciones no comprobadas de un país cerrado. Desde el año pasado, las leyes de censura, se han endurecido todavía más. Autores de libros que habían obtenido el “permiso para imprimir” han tenido que volver a solicitarlo. Algo que fortalece la idea de que las iniciativas para controlar las redes sociales en Internet por parte del Estado Iraní han sido exitosos.



Fuente:
http://www.fp-es.org/la-%E2%80%98ciberyihad%E2%80%99-oculta-de-iran
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